miércoles, agosto 7

COMO NACIERON TODAS LAS FLORES


Hace mucho, muchísimo tiempo, las plantas aún no tenían flores. En ese entonces vivía en el sur una bella niña tehuelche[2] llamada Kospi, de suaves cabellos y dulces ojos negros. Una tarde de tormenta, cuando el fulgor del relámpago iluminaba todos los rincones de la tierra, Karut (el trueno), la contempló asomada a la entrada del Kau (toldo) de sus padres.

 La vio tan hermosa, que a pesar de que él era rústico, hosco y bruto, se enamoró locamente de ella. Ante el temor de que la linda niña lo rechazara, la raptó y huyó lejos, retumbando sobre el cielo, hasta desaparecer de la vista de los aterrados padres de la chica. Al llegar a la alta y nevada cordillera, la escondió en el fondo de un glaciar. Encerrada allí, fue tanto el dolor y la pena que sintió que de a poco fue enfriándose hasta que se convirtió en un témpano de hielo, fundiéndose con el resto del glaciar.

Tiempo después, Karut quiso visitarla y al comprobar su desaparición, se enfureció terriblemente lanzando bramidos de desesperación. Tanto ruido rodó hasta el océano y atrajo muchas nubes que empezaron a llover y llover sobre el glaciar hasta derretirlo completamente. Así, Kospi se transformó en agua y corrió de prisa montaña abajo en torrente impetuoso. Luego se deslizó por los verdes valles y empapó la tierra.

Al llegar la primavera, su corazón sintió ansias de ver la luz, de sentir la cálida caricia del viento y de extasiarse contemplando el cielo estrellado por las noches. Trepó despacio por la raíz y tallo de las plantas y asomó su preciosa cabecita en las puntas de las ramas, bajo la forma de coloridos pétalos. Habían nacido las flores. Entonces todo fue más alegre y bello en el mundo. Por ese motivo es que los tehuelches llamaron Kospi a los pétalos de las flores.


[1] En lengua Tsoneka o tehuelche se le denomina Kospi a los pétalos de las flores.

[2] Dice la leyenda “... Kospi empleaba el tiempo en las tareas propias de la mujer Tsoneka, coser quillangos, pintarlos, preparar pinturas, tejer mantas...”. Costumbre de la mujer tehuelche.



( Leyenda Tehuelche )