viernes, noviembre 27

ILUSION OPTICA


SIN OLOR Y MUY CALLADITOS



"Doctor, tengo este tremendo problema de gases, pero no me molesta mucho. Mis peditos nunca huelen y siempre son muy calladitos. ¡Pero, lo he estado haciendo muy seguido!"

El doctor le pidió que le explicara con más detalle y la viejita contesto:

"De hecho, ya me he tirado 20 peditos en su oficina desde que entré por la puerta. Usted probablemente no se ha dado cuenta por que no huelen ni suenan."

El doctor le contesta, "ya veo, tómese estas pastillas y no vemos la próxima semana."

A la semana siguiente la viejita regresa y le dice, "¡doctor, yo no se que diablos me dio usted! Mis pedos continúan siendo silenciosos pero ahora huelen terrible, quiero vomitar del asco."

A lo que el doctor le contesta, "¡Que bueno! ¡Ahora que ya le curamos la sinusitis, concentremos en la infección de sus oídos!"



FRASE DEL DIA




"Cuando pierdes la costumbre infantil de la alegría, las canas de la amargura te irán haciendo viejo."



LA ALEGRIA


Si la felicidad es una aspiración general, aunque difusa, de los seres humanos, la alegría es su manifestación más directa. Un sentimiento pasajero, pero intenso, positivo y gozoso, que nos ayuda a vivir la vida con más ligereza.

Nadie nos pidió permiso para traernos al mundo, pero aquí estamos y, desde que vemos la luz, todos los humanos nos empeñamos con obcecación en dos cosas: seguir vivos y ser felices.

La felicidad es una emoción difusa y difícil de explicar, porque cada cual la entiende a su manera. Podría definirse como la forma en que se valora la vida en su conjunto, algo parecido a un estado de ánimo positivo que contagia la existencia en general. La mejor manifestación de la felicidad es la alegría. Para algunos autores, felicidad y alegría son lo mismo; otros, en cambio, las consideran el todo y la parte, pero en el mundo de los sentimientos dos y dos no son cuatro y coexisten diferentes puntos de vista.
La felicidad sería un estado más profundo y estable que la alegría, pues salvo por la incidencia de un acontecimiento dramático, no se altera fácilmente; no se suele ser feliz hoy y mañana desgraciado. La felicidad no excluye otras emociones alejadas, por lo que a veces es compatible con el fracaso, la lucha o el dolor. La alegría, en cambio, es intrínsecamente gozosa, entusiasta, vital e incompatible con emociones negativas. Se trata de un sentimiento menos permanente, tan intenso y enérgico que necesariamente es episódico; no se puede estar exultante de gozo todo el tiempo, ni constantemente "dando saltos de alegría".

Pero estar alegre a menudo o, mejor aún, ser alegre, no sólo es más divertido sino que lleva consigo interesantes valores añadidos. Las personas alegres perciben el mundo como un lugar más seguro, adoptan decisiones más fácilmente y se declaran más satisfechos con su vida. En efecto, ser dichoso es rentable para uno mismo y para los demás. Si tuviéramos que pasar un examen oral o una entrevista de trabajo, ojalá encontráramos enfrente a una persona alegre porque, como han constatado los expertos, los entrevistadores felices califican más favorablemente a los solicitantes de empleo.

- "EL FALSO TOPICO DE LOS TONTOS FELICES":

Por fortuna, el estado natural del ser humano es la alegría. Aunque para algunos militantes del pesimismo hostil proclamarse feliz es propio de gente frívola o simple, la verdad es que la mayoría de las personas se considera feliz y afronta su existencia con alegría de vivir. Como dijo el filósofo británico Bertrand Russell, "por muchos argumentos que se esgriman, la razón no se opone a la felicidad". O sea, que se puede ser feliz y profundo al mismo tiempo.

Los investigadores de la emociones (como Ekman o Tomkins) consideran que la alegría puede ser causada por diversos factores. Algunos de ellos tienen que ver con las teorías de la contraemoción, según las cuales a cada desarrollo emocional primario le sigue un proceso de reacción; así, cuando concluye una situación de tensión fuerte (por ejemplo, la extinción de un dolor físico, la resolución de un problema difícil o después de "pasar un mal trago") la sobrecarga emocional disminuye y la alegría se activa. Todos conocemos sobradamente esa sensación de alivio.


La alegría también surge como consecuencia de un acontecimiento positivo. Una llamada telefónica esperada con ansiedad y que por fin nos trae el mensaje que queríamos oír desencadena el júbilo, la euforia o la vitalidad. Y una caricia o frase de amor probablemente desencadene el gozo y el estremecimiento. Hay muchos modos de experimentar alegría, muchas maneras de "tener su tibia hermosura entre las manos", como escribió el poeta José Hierro en un libro titulado, precisamente, La alegría.
Y aún queda un tercer factor de activación de la alegría: es la sensación de sentirnos valiosos frente a nosotros mismos. Para que esto suceda no es necesario ser alguien importante; cada uno en nuestro mundo, aunque sea modesto, podemos ser valorados.
- "EMOCION POSITIVA, ALTAMENTE CONTAGIOSA":
Pues bien, cuando un individuo se siente estimulado, cuando se cuenta con él o recibe una muestra de admiración, se sentirá feliz. Dice un refrán que a todos nos gustan los halagos, pero solamente los tontos se los creen. Si eso es cierto, todos debemos tener algo de tontos, porque no sólo nos gusta sabernos valorados sino que nos alegra sobremanera.

Si la alegría es la más clara manifestación de la felicidad, la sonrisa es la mejor expresión de la alegría, su gesto más hermoso. Es una fantástica metáfora de la salud mental y física, que no sólo sirve para demostrar alegría sino también para provocarla. Como señaló el psicólogo William James, en ausencia de sentimientos interferentes, en estado emocional neutro, adoptar comportamientos positivos tales como sonreír o caminar con paso firme, hace que nos sintamos mejor. Está bien claro: la sonrisa tiene poderes terapéuticos.


Parece, sin embargo, que el estímulo más poderoso del repertorio expresivo humano costara millones, porque se administra con cicatería. Así, un bebé sonríe aproximadamente noventa veces al día; un adolescente, veinte; y un adulto -aunque los hay muy distintos-, todavía menos. ¿Por qué somos tan tacaños con el gesto más gratificante?
Sonreír es tan útil que hasta hemos aprendido a fingirlo. Una sonrisa sincera dura cuatro o cinco segundos y se forma y desaparece lentamente. La sonrisa fingida dura más y sin embargo aparece y desaparece muy rápidamente.
Una persona feliz no se pasa todo el día sonriendo; hay quien se empeña en ello por ser fotográficamente rentable, pero debe de ser agotador. En cualquier caso no es natural. No hay que sonreír todo el tiempo, pero sí muchas veces. La sonrisa es breve por naturaleza, pero su fugacidad no merma su eficacia. Este tesoro de la comunicación, genuinamente humano, neutraliza las penas, expresa y brinda alegría y es un dardo envenenado de cariño que consolida nuestras relaciones.

(Fuente: Pilar Varela, "Muy Especial")