La historia de la Isla de Pascua, ubicada en medio del Pacífico Sur, siempre ha estado rodeada de un halo de misterio, al ser uno de los lugares más apartados y remotos del mundo.
Mucho se ha especulado a cerca de los orígenes de la civilización que un día fue capaz de esculpir y poner en pie esos espectaculares monumentos de piedra conocidos como moais y la verdad es que muy poco se sabe con certeza sobre los orígenes del pueblo Rapa Nui, cuándo empezó la isla a ser poblada y desde donde llegaron sus primeros habitantes.
- Los primeros pobladores:
Existen dos teorías acerca de quiénes fueron esos primeros navegantes intrépidos que encontraron la Isla de Pascua y decidieron instalarse en ella fundando una nueva civilización.
Thor Heyerdahl, científico noruego que dedicó gran parte de su vida a estudiar los patrones migratorios polinesios y su posible vinculación con Sudamérica, sostuvo la idea de que fueron los nativos sudamericanos los que navegaron a través del Océano Pacífico y poblaron la Isla de Pascua. Para probar su teoría, en 1947 salió de la costa del Perú en una rudimentaria barca de madera –la Kon Tiki- y consiguió arribar a la Polinesia Francesa, siguiendo las corrientes marinas. Aunque su llegada fue bastante más arriba de la Isla de Pascua, sostuvo que saliendo de más al sur de América sería posible llegar a la Isla de Pascua. Esta teoría, bastante refutada desde sus inicios, ha sido negada más recientemente gracias a pruebas de ADN que muestran que los Rapanui tienen genes polinesios y no sudamericanos.
La teoría de población más aceptada y avalada, a su vez, por la tradición oral, cuenta que el rey Hotu Matu’a llegó a la Isla de Pascua proveniente de la mítica isla Hiva, posiblemente en las Islas Marquesas, en algún momento entre los siglos VI y VIII d.C. Se cree que cuando Hotu Matu’a y sus hombres (alrededor de unos 100) desembarcaron en la playa de Anakena, llevando consigo lo necesario para formar una nueva civilización, y encontraron una isla cubierta de palmeras y plantas comestibles, donde también abundaban las aves marinas y los peces.
La tradición cuenta que el Ariki (rey) Hotu Matu’a estableció cuál sería la organización social y religiosa de la nueva comunidad, dictando nomas para la construcción de viviendas y monumentos. Aquellos primeros años se habrían dedicado a explotar todo lo que les ofrecía la isla, cultivar especies que ellos mismos habían llevado y a incrementar la población de animales y de seres humanos.
- Los moais y las creencias religiosas:
Como en toda la Polinesia, en la Isla de Pascua, el culto a los antepasados rigió gran parte de la vida espiritual de sus habitantes. Los Rapanui creían que el “mana” (energía espiritual) de las personas importantes continuaba existiendo después de su muerte, y tenía la capacidad para influir en los acontecimientos mucho tiempo después de su fallecimiento, creencia que se hizo tangible en la elaboración de los moais.
Esta es la conocida como etapa clásica, cuando la cultura Rapa Nui alcanzó su máximo esplendor erigiendo enormes altares ceremoniales o Ahu en los cuales se levantaron las enormes esculturas talladas en piedra volcánica, que son el símbolo más característico de la Isla de Pascua. El período de los moais se extendió aproximadamente entre el año 800 d.C. y 1860, cuando el conflicto entre los distintos linajes cambió la historia de la Isla.
Al momento de morir el jefe de una tribu o alguno de sus miembros más importantes, se mandaba esculpir una estatua en la cantera de Rano Raraku, misma que luego sería trasladada hasta la aldea correspondiente, para que proyecte sobre sus descendientes su “mana” o poder sobrenatural, a través de su mirada. Los moais siempre se colocaron mirando hacia su aldea y sus descendientes, no hacia el mar, ya que su objetivo no era protegerlos de amenazas externas sino extender sobre ellos un manto protector.
En la medida que los Rapanui adquirieron más habilidad esculpiendo y transportando los moais, éstos fueron haciéndose más grandes y más estilizados, a diferencia de los primeros que eran más pequeños y toscos; de este modo, el tamaño y la delicadeza de los detalles en la escultura sirven para establecer su antigüedad. De hecho, los moais más grandes que fueron esculpidos en este período, se encuentran todavía inconclusos en la cantera de Rano Raraku. Se calcula que las estatuas más grandes exigieron el trabajo de entre 10 y 20 hombres durante todo un año.
Se cree que entre los siglos XV y XVIII la Isla de Pascua sufrió una crisis de sobrepoblación que originó escasez de recursos y provocó conflictos entre las 12 tribus que la habitaban. La obsesión por construir moais cada vez más grandes fue una de las principales causas de deforestación y falta de alimentos. Estos problemas generaron el decaimiento en la creencia del poder de los moai y por tanto su elaboración no sólo fue abandonada sino que llegaron incluso a derribarlos de sus ahus.
En este momento cobra fuerza el culto al Tangata Manu u Hombre-Pájaro, que se tradujo en lo que hoy conocemos como la Competencia del Hombre-Pájaro como forma de determinar quién sería el Ariki que gobernaría las tribus por un período de un año. Quien recogiera el primer huevo de manutara (gaviotín pascuense) desde Motu Nui tendría derecho a gobernar. La Competencia del Hombre-Pájaro se siguió realizando hasta la llegada de los misioneros católicos en 1864.
- La llegada de los primeros europeos:
Casi todo lo que ahora sabemos sobre la cultura Rapanui, proviene de la narración que hicieron de sus viajes los primeros europeos que arribaron a la Isla de Pascua.
El primero en llegar fue el explorador holandés Jacob Roggeveen que arribó a la Isla de Pascua procedente del archipiélago Juan Fernández, mientras buscaba la Terra Australis, el legendario continente del Hemisferio Sur que, según las creencias de la época, equilibraba las tierras del Hemisferio Norte.
Roggeveen avistó la isla, que no aparecía en sus mapas de navegación, el domingo 5 de abril de 1722, y como ese día era domingo de Pascua, bautizó a la isla con el nombre de Isla de Pascua, nombre que ha perdurado hasta hoy. El holandés sólo consiguió estar un día en tierra a causa de los fuertes vientos y, dado que encontró pocas posibilidades de aprovisionamiento, partió con rumbo a Tahití, continuando con su mítica búsqueda.
Pasaron casi cincuenta años hasta la llegada de nuevos barcos europeos. Esta vez la expedición española dirigida por Felipe González de Haedo llegó desde Perú en 1770 con el fin de reclamar el territorio para España. Los isleños no opusieron resistencia e incluso algunos jefes “firmaron” un contrato para formalizar el dominio español. La isla fue rebautizada con el nombre de San Carlos en honor al Rey Carlos III y después de seis días, la expedición se marchó. Desde ese momento, nunca más nadie se presentó para hacer efectivo el dominio español sobre la isla.
Cuatro años más tarde, en 1774, el famoso explorador inglés James Cook, llegó a la playa de Anakena en la “Resolution”, con la esperanza de abastecerse de alimentos y agua, pero le fue imposible porque encontraron una isla prácticamente desolada. Cook estaba familiarizado con los pueblos de las islas Sociedad, Tonga y Nueva Zelanda por lo que llegó a la conclusión que los Rapanui pertenecían a la misma etnia. En su relato del viaje, James Cook señala que aunque algunos moais todavía se encontraban en pie, muchos de ellos estaban caídos y los ahus dañados, dejando claro que tanto los moais como los isleños estaban en peores condiciones que las reportadas por los españoles. El último año en que un visitante registró haber visto un moai de pie fue 1838.
Hoy se sabe que todas las estatuas fueron derribadas por los Rapanui y no a causa de algún desastre natural y son dos las teorías que intentan explicar el por qué los isleños hicieron esto. La primera sostiene que la falta de alimentos ocasionó guerras entre los diferentes clanes y producto de esos enfrentamientos los moais fueron derribados para privar a los enemigos del “mana” o protección que éstos ofrecían. La segunda teoría sostiene que la razón para derribarlos no fue otra que el haber perdido la fe en ellos, después de que a pesar de todo el esfuerzo y los años invertidos en su elaboración, los dioses no los compensaran con los recursos que tanto necesitaban.
- Esclavistas y misioneros en Rapa-Nui:
La lejanía de la Isla de Pascua y el hecho de que no estuviera bajo el protectorado de ningún otro país, la convirtió en blanco fácil de explotadores y esclavistas.
Uno de los peores momentos de la historia Rapa Nui y que casi extingue definitivamente su cultura, fue cuando en 1862 traficantes peruanos incursionaron en la isla, tomaron como esclavos a más de un millar de Rapanui, y los llevaron a trabajar a los depósitos de guano en Chincha. Entre las víctimas de este atropello se encontraban el rey y muchos de los sabios que aún sabían leer y escribir las tablillas Rongo Rongo.
Las protestas internacionales no se hicieron esperar pero el daño ya estaba hecho. Casi todos los Rapanui murieron en Perú o en el viaje de regreso. Sólo consiguieron volver 15 isleños pero lo hicieron portando el virus de la viruela, lo que terminó de diezmar la población.
La llegada de los misioneros a la Isla de Pascua a mediados de 1860, también causó daños irreparables en la cultura Rapanui. En su afán de convertir a los nativos al cristianismo terminaron con antiguas creencias y ritos ancestrales, así como con la competencia del Hombre Pájaro. No obstante, también gracias a esos primeros misioneros, se tienen relatos de lo que fue la forma de vida en la Isla de Pascua y se salvaron muchos de sus objetos más representativos.
La fragilidad de la Isla de Pascua se hizo notoria otra vez en 1870 cuando el francés Jean-Baptiste Dutroux-Bornier pretendió reclamar la soberanía total de la isla y convertirla en su rancho ovejero para la producción de lana. El francés atacó a los nativos obligándolos a evacuar la isla, muchos de ellos con destino a Tahití. Se dice que para 1877, año en que Jean-Baptiste Dutroux-Bornier fue asesinado, sólo quedaban en la Isla de Pascua 111 nativos, lo que es una ínfima cantidad en comparación con los 14.000 que llegaron a ser en el momento de su mayor apogeo.
- La Isla de Pascua y su anexión a Chile:
Durante muchos años, la Isla de Pascua fue considerada lejana y sin valor por todos los países colonizadores, pero cuando Gran Bretaña comenzó a mostrar pretensiones sobre ella (para responder a las manifestadas por Francia), Chile dio el paso definitivo para su anexión.
El 9 de septiembre de 1888, el capitán Policarpo Toro presentó una “Escritura de Cesión” al entonces Rey de la isla, Atamu Tekena. El documento fue escrito en español y en Rapanui pero su contenido era muy diferente en cada uno. Según el texto en español, mediante dicha acta se le otorgaba a Chile “Total y completa soberanía” sobre la Isla de Pascua por tiempo indefinido. Sin embargo su traducción al Rapa Nui sólo hablaba de “protección” a la isla por parte de Chile y de “amistad” entre ambos territorios.
La tradición oral cuenta que cundo Policarpo Toro izó la bandera Chilena, el rey Atamu Tekena dijo “”Al levantar tu bandera no quedas dueño de la isla porque nada hemos vendido; sabemos que el señor Obispo puso a la Isla bajo el protectorado de Chile, pero no se ha vendido nada”.
Sin embargo este fue el comienzo de un nuevo capítulo de abusos a los que fue sometido el pueblo Rapa Nui. Durante los primeros años de soberanía chilena, la isla fue olvidada y los isleños quedaron encerrados en ella sin posibilidades de salir ya que Chile no les reconoció la plena ciudadanía hasta 1966.
Pero lo peor llegó en 1903 cuando los Rapanui fueron despojados de sus tierras, las que fueron entregadas en “alquiler” por 25 años a la empresa escocesa-chilena Williamson, Balfour & Co., que se dedicaba al comercio de nitratos y a la crianza de ovejas. La empresa creó la “Compañía de Explotación de Isla de Pascua”, llegando a tener unas 70.000 ovejas que deambulaban libres por la isla, mientras que los isleños fueron recluidos en Hanga Roa para evitar que las robaran. El control de la isla por parte de la empresa ganadera se extendió hasta 1936 cuando el comercio de lana se vio afectado por la Segunda Guerra Mundial, aunque no fue sino hasta 1953 que terminó totalmente el comercio de lana en la isla y la Marina Chilena tomó el control sobre la misma.
La Marina prohibió el uso de la lengua Rapa Nui y no mejoró en nada las condiciones de vida en la isla, lo que fue generando un sentimiento de identidad cada vez más fuerte y que surgieran iniciativas independentistas. Después de muchas luchas, el pueblo Rapa Nui consiguió ser gobernado por un alcalde elegido por ellos, y se les concedieron exenciones de impuestos así como el reconocimiento de que sólo el pueblo Rapa Nui puede ser propietario de la tierra.
A pesar de la convulsa historia de Isla de Pascua, el 16 de enero de 1935 fue creado el Parque Nacional Rapa Nui, que ocupa más del 40% del territorio de la isla y en diciembre de 1995 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, lo que le permitió acceder a mayores recursos para su financiación y conservación.
(Fuente:http://imaginaisladepascua.com)