El 28 de octubre del año 2011, en Eslovaquia, se inauguro "El monumento del niño no nacido" obra de un joven escultor de ese país. El monumento expresa no solo el pesar y arrepentimiento de las madres que han abortado, sino también el perdón y el amor del niño por nacer hacia la madre.
La estatua es obra del joven escultor eslovaco Martin Hudáčeka que "sorprende por su realismo y poética expresividad".
"El niño parece esculpido en cristal, mientras se arrodilla a su lado una madre arrepentida que se representa en piedra. Materiales por sí mismos bastante metafóricos. A su vez el niño levanta la mano sobre la cabeza inclinada de su madre, en un gesto de amor filial".
Esta fotografía me ha tenido largo tiempo con los ojos empapados en lágrimas y sin aliento. Esta escultura es tan gráfica, tan exacta, tan tan… es tantas cosas. Perder un hijo, haya nacido o no, es la experiencia más dura, cruel y brutal que unos padres pueden vivir.
Cuando la pérdida es de un hijo es no nacido, crea en la madre una vacío abismal, dejando la sensación de la falta de un miembro, de que algo ha sido arrancado y que el dolor y el espacio dejado estarán ahí siempre. Son trocitos del corazón arrancados a pedazos.
Da lo mismo el tiempo de gestación, somos madres desde el minuto 0 y aunque nuestro entorno quiera quitarle importancia e intente mitigarlo, ese dolor, esa angustia, ese desasosiego nos acompañará siempre. No hay consuelo, aunque tengas más hijos o los tengas después, no hay consuelo.
A mi parecer el monumento es brutal y muy acertado.
La estatua es obra del joven escultor eslovaco Martin Hudáčeka que "sorprende por su realismo y poética expresividad".
"El niño parece esculpido en cristal, mientras se arrodilla a su lado una madre arrepentida que se representa en piedra. Materiales por sí mismos bastante metafóricos. A su vez el niño levanta la mano sobre la cabeza inclinada de su madre, en un gesto de amor filial".
Esta fotografía me ha tenido largo tiempo con los ojos empapados en lágrimas y sin aliento. Esta escultura es tan gráfica, tan exacta, tan tan… es tantas cosas. Perder un hijo, haya nacido o no, es la experiencia más dura, cruel y brutal que unos padres pueden vivir.
Cuando la pérdida es de un hijo es no nacido, crea en la madre una vacío abismal, dejando la sensación de la falta de un miembro, de que algo ha sido arrancado y que el dolor y el espacio dejado estarán ahí siempre. Son trocitos del corazón arrancados a pedazos.
Da lo mismo el tiempo de gestación, somos madres desde el minuto 0 y aunque nuestro entorno quiera quitarle importancia e intente mitigarlo, ese dolor, esa angustia, ese desasosiego nos acompañará siempre. No hay consuelo, aunque tengas más hijos o los tengas después, no hay consuelo.
A mi parecer el monumento es brutal y muy acertado.