Nacida de padres inmigrantes procedentes de Croacia, Mateo Franulic y Zorka Zlatar, Lenka Franulic estudió en el Liceo de Niñas de su ciudad natal donde colaboró en una revista infantil llamada Entre gallos y pollitas y, junto a un grupo de compañeras, consiguió la autorización del ministro de Educación para continuar el quinto curso de humanidades en el liceo masculino. Decidida a instalarse en la capital, Lenka Franulic comenzó a estudiar pedagogía en inglés en el prestigioso Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
Su primera incursión en el periodismo se produjo en 1931 en la redacción de la revista Hoy, en la que Lenka Franulic realizó traducciones de artículos y ensayos políticos, filosóficos y literarios a las órdenes de su director, el periodista Ismael Edwards Matte; un trabajo que, sin ser netamente periodístico, constituyó una experiencia decisiva para el futuro profesional de la joven Franulic, ya que le dio la oportunidad de aprender el oficio en la revista de mayor prestigio intelectual de Chile, de amplia distribución y junto a compañeros que pronto se convirtieron en sus mejores amigos en tertulias y veladas nocturnas (Luis Hernández Parker, Darío Carmona, Carlos Jorquera, Andrés Sabella, Orlando Cabrera Leyva y José Donoso, entre otros).
Como Hoy pertenecía a la editorial Ercilla y las sedes de ambas empresas se encontraban en un mismo edificio, Lenka Franulic pudo compatibilizar las tareas de traducción y su columna (firmada con el nombre de “Vanessa”), con colaboraciones en la publicación Ercilla, creada en 1941, dos años antes del cierre de Hoy. En Ercilla extendió su labor a la crítica de cine, arte, teatro y literatura, además de publicar obras como Cien Autores Contemporáneos (1939), una semblanza de destacados escritores de su época, y Antología del Cuento Norteamericano (1943).
Desde su nuevo puesto en un mundo tradicionalmente masculino, Lenka Franulic se empeñó en demostrar su capacidad para el periodismo y luchó por vencer resistencias de sus superiores, quienes, reconociendo su valía y talento comunicador, terminaron por encargarle los trabajos más complejos. La primera entrevista de Lenka Franulic fue la que realizó en mayo de 1944 al escritor Mariano Latorre, publicada junto a su colega Luis Hernández Parker, y a la que siguieron otras tanto a primeras figuras de la política chilena, los presidentes Gabriel González Videla, Carlos Ibáñez y Jorge Alessandri, como del panorama internacional, el mariscal Tito, Eleanor Roosevelt y Juan Domingo Perón, Fidel Castro, Anastasio Somoza, Emil Ludwig, Nicolás Guillén, Sartre y Simone de Beauvoir, entre muchos otros.
La época que le tocó vivir a Lenka Franulic, a cuyos protagonistas conoció y de la que fue una genuina representante, estuvo dominada por el telón de fondo de la Guerra Fría entre los bloques liderados por Estados Unidos y la Unión Soviética, la liberación de la mujer (véase feminismo) y la revolución sexual, mientras en Chile surgían movimientos cristianos con una fuerte ideología social, nacía la Democracia Cristiana y se producían colisiones gubernamentales entre radicales, socialistas y comunistas. En lo que al periodismo respecta, era una profesión de autodidactas que fluctuaba entre la seriedad de análisis de algunos reportajes y el tratamiento superficial y de carácter misceláneo en otros.
El interés de Lenka Franulic por los medios de información la llevaron a adentrarse en la radio, entonces un nuevo y penetrante medio de comunicación y, desde 1945, colaboró como reportera en las emisoras Nuevo Mundo, Nacional, Cooperativa y Agricultura y Minería. Tras una estancia en París en 1952, gracias a una beca del Gobierno francés para que ampliara conocimientos del medio periodístico, Lenka Franulic se reincorporó a sus tareas radiofónicas y a la prensa escrita asumiendo la dirección de la revista femenina Eva en 1956.
Junto a varios colegas, especialmente su amigo Orlando Cabrera, impulsó la fundación del Círculo de Periodistas de Chile -convertido más tarde en el Colegio de Periodistas- un organismo destinado a dignificar la profesión periodística en Chile mediante su conversión en carrera universitaria, lo que se logró con la puesta en marcha de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile en 1953, en la que Franulic trabajó como docente.
Lenka Franulic obtuvo un amplio reconocimiento por su trabajo dentro y fuera de Chile: en 1957 le fue concedido el Premio Nacional de Periodismo y en 1958 el galardón a la Mejor Periodista del Año que otorgaba la Asociación de Mujeres Periodistas de Estados Unidos. Desde 1963 un prestigioso premio de periodismo en Chile lleva su nombre, así como centros educativos y calles de Santiago y Antofagasta, su ciudad natal.
Lenka Franulic fue una mujer de gran personalidad y refinada cultura, amante del ballet y la literatura, fumadora empedernida y de vida solitaria -algo extraordinario para su época- que logró sus objetivos profesionales y el respeto de quienes la conocieron y trataron. De ideología progresista y simpatizante de la izquierda chilena -aunque nunca militó en ningún partido político- Lenka Franulic mantuvo una larga amistad con Pablo Neruda, a quien visitaba en su casa de Isla Negra y quien le dedicó un emotivo discurso a su muerte en 1961 de un cáncer de pulmón. Está sepultada en el mausoleo yugoslavo del cementerio general de Santiago.
(Fuente: mcnbiografias.com)