En un avión, iniciado el vuelo, una "señora" oprime insistentemente el timbre para llamar a la azafata
-¿Cuál es el problema, señora? - Pregunta la azafata -¿Es que no lo ve? - Responde la dama- Me colocaron junto a un sucio indígena. No soporto estar al lado de uno de estos seres repugnantes. ¿¿¡¡No tiene otro asiento!!?? -Por favor, cálmese... -dice la azafata- Casi todos los asientos están ocupados. Pero, voy a ver si hay un lugar disponible. La azafata se aleja y vuelve de nuevo algunos minutos más tarde: -Sra., como yo pensaba, ya no hay ningún lugar libre en la clase económica. Hablé con el comandante y me confirmó que no hay más sitios disponibles en la clase económica. No obstante, tenemos aún un lugar en primera clase. Antes de que la dama pudiera hacer el menor comentario, la azafata sigue: -Es del todo inusual permitir a una persona de la clase económica sentarse en primera clase. Pero, dadas las circunstancias, el comandante encuentra que sera escandaloso obligar a alguien a sentarse junto a una persona tan repugnante.
Todos los pasajeros alrededor, observaban la escena, indignados. Entonces, la azafata, dirigiéndose al indígena, le dice: -Si el Sr. lo desea, tome su equipaje de mano, ya que un asiento en primera clase le espera.
Y los pasajeros, que sorprendidos, presenciaban la escena, se levantaron y aplaudieron.
Reflexion:
Nuestra sociedad ha decidido que ciertos rasgos sean pautas de diferencia a los demás dejando de lado a personas que pueden enriquecer tanto nuestras vidas como nuestra calidad de humanos.
La igualdad no es un tema de asimilación sino de costumbre, donde por un mundo igualitario comprendamos que nadie es mejor que los demás, todos formamos parte de ese complejo engranaje llamado SER HUMANO, todos merecemos ser equitativamente reconocidos.
Cada vez que discriminamos a alguien, perdemos el derecho de llamarnos “civilizados”.