Topiary es el fascinante arte de podar las plantas en formas originales e imaginativas. El término proviene del latín Topiarius, que significa jardines ornamentales.
Su raíz latina resalta la antigüedad de esta técnica, que desde su origen fue símbolo de poder.Los dictámenes de las épocas, de las modas y de las situaciones económicas afectaron la popularidad del topiary a través de los siglos.
Sin embargo, hoy en día es posible disfrutar de este lujoso arte, uno de los más remotos de la jardinería, en la parquización moderna.Las primeras apariciones de topiarios se registraron en Roma, en el año 38 A.C. Su descubrimiento se atribuye a Gnaius Mattius, amigo del emperador Augustus.
Otras teorías afirman que el arte fue importado tempranamente desde las culturas mediterráneas y asiáticas.Ya para el final del primer siglo D.C., el topiary se había convertido en un adorno natural y familiar en los jardines de la gente adinerada.
También era común instalar estructuras con forma de pequeños obeliscos mezcladas con árboles frutales.Los colonizadores romanos llevaron con ellos a las tierras conquistadas muchos de los elementos refinados de su civilización.
Así, palacios y villas con sus jardines ornamentales brotaron en las tierras ocupadas imitando aquellas dejadas atrás, en la lejana Roma.Con la caída del Imperio Romano y el advenimiento de los años oscuros, los placeres de la civilización fueron dejados de lado.
Entonces, el topiary sobrevivió en sus formas más estilizadas, en monasterios y castillos.Existe poca información documentada de aquella época. Hacia el siglo XIV, para la era del Renacimiento, la mayor estabilidad financiera y territorial en toda Europa llevó a que los nobles desarrollaran paulatinamente sus jardines para su placer estético, con el fin de reflejar su poder económico.
Surgieron así parques como el que diseñó Leone Alberti´s, en Florencia, que incluía esferas, pórticos, templos, floreros, urnas, monos, gorilas, bueyes, osos, gigantes, hombres y mujeres, guerreros, una bruja, filósofos e incluso Papas y cardenales.En Francia, el topiary fue usado estrictamente para dar un énfasis a las estructuras arquitectónicas. Sus diseños estructurados, masivos cercos podados y grandes setos se expandían en grandes superficies, representando a la monarquía y a su autoridad absoluta.
En los Países Bajos, debido a la falta de tierras disponibles, los parques se realizaban en menor escala. Los pequeños jardines se abarrotaban con esculturas verdes que representaban personas, animales, pájaros y formas abstractas, como conos, esferas, cubos y columnas.
Cuando Guillermo de Orange vino desde Holanda para ocupar el trono británico en 1688, los jardines formales y el topiary se esparcieron por toda Inglaterra. Por todos lados se veían dioses griegos, animales y otros objetos podados a partir de árboles, arbustos y setos.
Estas estructuras cumplían dos funciones: ser al mismo tiempo un cuerpo vivo de vegetales y una galería de esculturas.Para 1712, los intelectuales comenzaron un fuerte debate en el que se preguntaban sobre la naturaleza de la belleza.
Marcó el comienzo de una purga en el arte del paisajismo, que se volcó a una panorámica mas pastoral, menos precisa y calculada, poniendo el énfasis en lagos y bosques.Hacia el siglo XIX el paisajismo vivió un regreso al estilo italiano de diseño de jardines y, con él, el uso del topiary.
Sólo en el siglo XVIII comenzaron a crearse jardines formales al estilo europeo, que permanecieron en la cultura norteamericana desde entonces.Durante el siglo pasado, en ese país se desarrolla el Nuevo Topiary, con estructuras armadas con alambres sobre los cuales se desarrollan enredaderas.
El avance pone a Norteamérica al frente del desarrollo moderno del topiary, como se puede apreciar en The Ladew Topiary Garden, ubicado en Maryland.El topiary sigue vivo y ha resistido al paso del tiempo porque hay una satisfacción y un placer estético inherente en las labores de su creación y los resultados obtenidos.
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