* El tesoro de Guayacán:
En 1578 el corsario Sir Francis Drake descubrió la bahía de Guayacán, conocida popularmente como bahía de la Herradura por la forma geográfica que toma.
Este lugar fue el refugio y punto de reunión de muchos piratas entre los que destacan Thomas Cavendish, Jorge Anson, Bartolomé Sharp, Eduardo Davis y John Hawkins, todos ellos, incluyendo a Drake, expertos en asaltar y emboscar galeones españoles que transportaban los tesoros y riquezas que eran llevados desde América a Europa. Los hechos que se sucedieron en la bahía de Guayacán fueron tan extraordinarios que llegaron a transformarse en leyenda, siendo los relatos de tesoros los más conocidos.
Según cuentan uno de esos barcos piratas, que cruzaban el Estrecho de Magallanes o daban la vuelta por el Cabo de Hornos, dejaron enterrado un increíble tesoro.
Numerosas han sido las excavaciones realizadas para tratar de encontrar las riquezas sepultadas en algún lugar de la bahía de Guayacán. Pero los resultados han sido infructuosos.
La tradición cuenta que los corsarios del siglo XVII enterraron grandes tesoros. El objetivo de los buscadores ha sido encontrar el tesoro y descubrir una mina de oro que fue trabajada por los propios piratas.
* El tesoro del "Santiaguillo":
En el puerto de Los Vilos fondeó un día el barco español "Santiaguillo". En él venían tesoros fabulosos procedentes de Perú. Una de sus lanchas, cargada de valiosas riquezas encalló. El mar y el tiempo se encargaron de sepultar el tesoro en la playa.
Relatan algunos pescadores que extraen sus productos en la zona que han visto una embarcación llena de tripulantes, asegurando que son las almas de los marineros del "Santiaguillo" que no han sido sepultados y que piden descanso. El descanso según la leyenda llegará para esas almas cuando alguien descubra el tesoro.
* El tesoro de sir Francis Drake:
La cueva del más famoso de los piratas que llegó a Chile se encuentra en el sector costero de Laguna Verde, en la V Región. Ahí entre quebradas y roquerios escondía sus tesoros. Los pescadores dicen que no se puede entrar. Una de las entradas a la cueva se abría en Valparaíso, en la calle Esmeralda. Cuentan que ese lugar estaba habitado por un chivato monstruoso de singular fuerza que salía en las noches a atrapar a cuanto incauto pasaba por la zona. Los llevaba a la cueva y se encargaba de volverlos locos. Además hay versiones que agregan que el chivato tenía encantada a una muchacha y quien osara desencantarla debía correr ciertos riesgos.
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