En Chile, sin ir mas lejos, los vecinos de la laguna de Llico están convencidos e que ella alberga uno de estos animales mitológicos que -tal como los caballos terrestres cambian de potrero- cada cierto tiempo abandona sus aguas nativas y se traslada a la laguna de Calmil, arreando consigo hasta allí una abundante pesca.
Donde quiera que haya nacido este caballo fabuloso es hijo legitimo del mar. Y, "vivo retrato de su padre, representa un incansable oleaje marino, siempre arrojando espuma por la boca y lanzando estruendosos relinchos. Corre a la velocidad del viento costeño y solo se deja domar con riendas de sargazo.
Es así como habrán logrado montarlo los primeros brujos de Chiloe, que desde entonces los usan para trasladarse de una isla a otra, ya sea para cometer sus fechorías, asistir a aquelarres (asambleas de brujos) o simplemente para abordar el Caleuche en alta mar.
Según testimonio de quienes lo han visto, tiene la altura de un quincho (cerco de estacas) ¡y tan largo que sobre su lomo puede llevar cómodamente un cabildo completo!
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