Hoy mientras mi mente divagaba pensando en la inmortalidad
del cangrejo, sentada frente al computador cliqueando por aquí y cliqueando por
allá, sin proponérmelo hice un clic mágico y entre al caldero. Mire su
encabezado y la palabra mensajes parecía llamarme así es que otro clic mágico y
se despliega la bandeja de mensajes. Empecé a mover el puntero sobre ellos y
nuevamente escuche clic y ahí estaba abierto uno de tus mensajes querida amiga,
ese en que me animas a que ponga mis emociones en palabras.
Repase tus palabras varias veces hasta que la frase “una
ama de casa con un hobby “quedo grabada en mi mente. Es una frase simple, son
solo siete palabras pero con el paso de los segundos parecían un mágico conjuro
que no podía dejar de repetir. Esas palabras produjeron un clic en mi interior,
sentí que me elevaba mis pies ya no tocaban el suelo y de no sé donde apareció ante
mí una bella alfombra y mágica alfombra que amistosa me invitaba a subir en
ella.
Pensé que era una broma así es que mire a mi alrededor
pero nada, solo yo y la alfombra. Con timidez subí y ella empezó suavemente a moverse, se deslizaba sin hacer
ruido y yo anonadada no me atrevía a decir ni pio.
Tal vez no te lo he comentado pero sufro de vértigo, así
que me acomode lo mas al centro que pude. El cielo parece que ese día había
vestido su mejor traje porque lucia de un azul intenso y por otro lado el sol,
brillando con intensidad enviaba de vez en cuando débiles rayitos que me hacían
cosquillas; pero no tenia calor ya que una suave y refrescante brisa susurraba
bellas melodías antes jamás producidas.
No imaginas la sensación de paz y plenitud, que a cada
segundo crecía en mi corazón, me sentí tan relajada que sin darme cuéntame que
dormida. Que dicha, que sensación y de pronto pequeñas gotitas de agua salpicaban
mi rostro, abrí los ojos y ¡sorpresa ¡ había rodado desde el centro de la
alfombra hasta el borde y mi mano se deslizaba por el agua produciendo una
estela de blanca espuma.
Lentamente gire mi cuerpo, me acurruque y cerré los
ojos con fuerza. Te confieso que tenía mucho miedo, pero una voz dulce y
apacible sonó en mi mente: “paz a tu alma, todo está bien “ y nuevamente empecé
a relajarme hasta perder la conciencia
Escuche a lo lejos el graznido de algunas gaviotas, que me
sacaron del sopor en el que me encontraba; abrí los ojos, me senté y en mi
mente la voz susurro; “hemos llegado”. ¿Llegado a donde?. Mire con atención y comprendí,
estaba en un municipio con mar, ese era el lugar tal como lo imagine.
Corrí con rapidez a tu hogar y te vi, las lagrimas se
deslizaban por mis mejillas, en frente mío estaba mi amiga la letrada quería abrazarte
y narrarte mi aventura, pero no podía
Ahí estabas tú, sosteniendo en una de tus
manos un plumero que parecía irradiar magia a su alrededor, mientras cual
experimentado director de orquesta lo agitabas con presteza levantando polvo aquí
y allá.
En tu otra mano sostenías un diccionario del que brotaban
al ritmo de un mágico compas miles de palabras que extendían sus doradas alas y
volaban a tu alrededor iluminando tu bello rostro haciéndote gesticular de
manera divertida para quien te observaba.
No sé si lo soñé,
no sé si fue real pero al abrir los ojos y contemplar la pantalla del
computador las lagrimas aun rodaban por mis mejillas.
Amiga mía, somos iguales, “dos amas de casa con un hobby
en común escribir”, gracias por tu invitación, no tengo grandes pretensiones,
soy una mujer sencilla, seré tu humilde aprendiz en este camino de las letras.
Un abrazo gigante y millones de besos, Pochocha.