Me enseñó a apreciar un trabajo bien hecho: “¡Si se van a matar, háganlo afuera! ¡Acabo de terminar de limpiar!”
Me enseñó religión: “¡Mejor reza para que esta mancha salga de la alfombra!”
Me enseñó lógica: “¡Porque yo lo digo! ¡Por eso… y punto!”
Me enseñó a predecir el futuro: “Siempre debes usar ropa interior limpia y completa, para el caso de que tengas un accidente”
Me enseñó ironía: “Sigue llorando y yo te voy a dar una razón verdadera para llorar”
Me enseñó a ser ahorrativo: “¡Guarda las lágrimas para cuando me muera!”
Me enseñó ósmosis: “¡Cierra la boca y come!”
Me enseñó contorsionismo: “¡Mira la suciedad que tienes en la nuca!. Date vuelta”
Me enseñó fuerza y voluntad: “Te vas a quedar sentado hasta que te comas todo”
Me enseñó meteorología: “Parece que un huracán pasó por tu cuarto”
Me enseñó mesura: “¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerado!”
Me enseñó el ciclo de la vida: “¡Te traje a este mundo, y te puedo sacar de él!”
Me enseñó a modificar patrones de comportamiento: “¡Deja de actuar como tu padre!”
Me enseñó la envidia: “¡Hay millones de niños menos afortunados en este mundo que no tienen una mamá tan maravillosa como la tuya!”
Me enseñó ventriloquia: “¡No me respondas! ¡Cállate y contéstame! ¿Por qué lo hiciste?”
Me enseño odontología: “¡Me vuelves a contestar y te estampo los dientes en la pared!”
Me enseñó rectitud: “¡Te voy a enderezar de una sola patada!”
( Fuente: Wikipedia )
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