miércoles, julio 11

GRANDES MUJERES EN LA HISTORIA: JAVIERA CARRERA VERDUGO



Francisca Javiera -hija mayor del matrimonio conformado por Ignacio de la Carrera y Paula Verdugo- nació en Santiago en 1781 y recibió la educación de todas las niñas de su condición social: centrada en las "labores propias del sexo", es decir, cuestiones domésticas, religión, buenos modales, lectura y escritura.
Desde su juventud, Francisca Javiera empezó a destacarse por su carácter decidido y por su belleza. Estuvo casada en dos oportunidades. La primera con Manuel de la Lastra y Sotta, de quien enviudó en 1800; la segunda, con Pedro Díaz de Valdés, a la sazón asesor de la Capitanía General.
Impulsó decididamente a sus hermanos José Miguel, Juan José y Luis en la ruta de la revolución de Independencia. Murió en Santiago en agosto de 1862, a los 81 años de edad.
Motor revolucionario de su familia
Javiera no quiso quedar fuera del curso de los hechos acaecidos a partir de 1810. Su espíritu y el amor que profesaba a sus hermanos la llamaban a participar. Algunos autores sostienen que ella era el verdadero motor revolucionario de la familia y que constantemente alentaba a sus hermanos menores.
En aquellos días, su figura se hizo conocida. Frecuentaba todas las celebraciones patrióticas y las que se realizaban a raíz de los triunfos militares. También, levantaba los ánimos en los momentos de derrota, transformándose en la heroína de la Patria Vieja.
Acompañó a sus hermanos en los buenos y malos momentos. Por ello, en 1814 emprendió el cruce de la Cordillera de los Andes rumbo a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Vivió un tiempo en Mendoza para luego trasladarse a Buenos Aires, donde fue recibida por el sacerdote Bartolomé Tollo, antiguo amigo de la familia.
Su existencia en la capital rioplatense no fue fácil. A las penurias económicas, se sumó la muerte de sus hermanos Juan José y Luis en Mendoza (1818), hecho que ella trató de evitar por todos los medios posibles y que la llevó a un profundo estado melancólico.
El exilio y la suerte de los hermanos
No se animaba a retornar a Chile, donde gobernaba Bernardo O'Higgins. Su suerte, por otro lado, seguía vinculada a la de su hermano José Miguel. Cuando este retornó desde Estados Unidos y se involucró en las disputas políticas internas argentinas, doña Javiera fue desterrada a la Guardia de Luján y luego a San José de Flores, localidad cercana a Buenos Aires. Finalmente, fue recluida en un convento en aquella capital.
Como la suerte de José Miguel parecía sellada, Javiera consiguió su libertad; sin embargo, previendo un nuevo destino de reclusión en 1819, cuando José Miguel volvió a figurar activamente, se refugió en un barco portugués que se hallaba en el puerto y se trasladó a Montevideo.
Muere José Miguel
En un momento triunfal de José Miguel, se reunió con él, pero volvió a su refugio en la banda oriental del Río de la Plata, donde recibió, en 1821, la noticia del fusilamiento del único hermano que le quedaba. Este hecho -agravado por la circunstancia de haber sido José Miguel ejecutado en el mismo lugar que Juan José y Luis- terminó por abatir su ánimo y su salud. No quería volver a Chile mientras O'Higgins rigiese los destinos del país y por ello sólo se embarcó hacia Valparaíso en 1824, tras diez años de ausencia.
Fue recibida con profundas muestras de respeto y se retiró a su hacienda de El Monte, dedicándose a su casa y a obras de caridad. Ocasionalmente, salía de su retiro voluntario, tal como ocurrió cuando solicitó la repatriación de los restos de sus hermanos, la que se realizó en 1828.



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